Cristina Kirchner con paños fríos a la interna y los cañones contra Javier Milei y la Ley Bases

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La expresidenta inauguró el Salón de las Mujeres del Bicentenario en el Instituto Patria con las imágenes desplazadas por Karina Milei el 8 M. «Tengo el optimismo de que algún día ellas volverán a la Rosada», dijo. Irónica con el anticomunismo de Milei, cuestionó con dureza el RIGI en medio de la discusión en el Senado. Dos actos en dos semanas y la nueva centralidad.Luego del despliegue de internismo a cielo abierto del acto en Quilmes, Cristina Fernández de Kirchner definió poner paños fríos y apuntar los cañones contra el enemigo común: Javier Milei y la Ley Bases que el Congreso está a punto de sancionar. Fue durante la inauguración del Salón de las Mujeres del Bicentenario en el Instituto Patria, en donde la exPresidenta aprovechó para homenajear a las grandes mujeres de la historia que Karina Milei desplazó cuando rebautizó el salón de Casa Rosada como «Salón de los próceres». «Tengo el optimismo de que algún día todas ellas volverán a la Casa Rosada», afirmó frente a un público reducido y compuesto casi exclusivamente por mujeres. CFK ironizó sobre el anticomunismo de Milei, insistió en que el superávit del que se jacta es «trucho», y cuestionó con dureza el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) que se está discutiendo en el Senado. «Es el estatuto legal del coloniaje versión Siglo XXI», calificó.

El salón del fondo de la planta baja del Instituto Patria estaba explotado de mujeres. Legisladoras, dirigentas bonaerenses, personalidades de la cultura, senadoras nacionales, funcionarias y referentas sindicales se apretujaban en el pasillo que daba de frente al Salón de las Mujeres del Bicentenario. Sobre las paredes estaban las fotos, en blanco y negro, de todas las mujeres que habían estado en Casa Rosada hasta que Karina Milei las corrió el 8M para poder poner un cuadro de Carlos Menem o Julio Argentino Roca. Allí estaban Eva Perón, Alicia Moreau de Justo, Victoria Ocampo, Juana Azurduy, Alfonsina Storni, Mercedes Sosa, las Madres de Plaza de Mayo, Lola Mora, Mariquita Sánchez de Thompson, entre otras. En las primeras líneas, sentadas, estaban Estela de Carlotto, Cecilia Moreau, Cristina Álvarez Rodríguez, Juliana Di Tullio, Verónica Magario, Alicia Kirchner y Dora Barrancos. La inmensa mayoría, sin embargo, estaba más atrás, parada y apretujada intentando ver a CFK de cerca.

«Cuánto les falta para entender, no fue magia nos conduce una mujer», comenzaron a cantar las mujeres cuando CFK ingresó. «Las mujeres somos puntuales, no nos gusta esperar ni que nos esperen», comenzó, entre las risas y chiflidos de la audiencia. El clima era más bien íntimo, muy distinto al mega acto de Quilmes, en donde la interna de la Cámpora con Axel Kicillof quedó en el centro de la escena (por los lugares ocupados en el estadio y por las palabras de la propia CFK, que pidió no usar «el bastón de mariscal» para «dárselo por la cabeza a otro compañero»). «Ojalá hable para calmar un poco, no estuvo bueno lo de Quilmes», murmuraba una de las presentes que cuestionó, por lo bajo, el esmerilamiento que había contra Kicillof. No había un alma, sin embargo, que dudara que la única dueña de los votos -y, por lo tanto, la dueña de la lapicera que definiría las listas para 2025 y 2027- era Cristina. Y para varias, la nueva centralidad de CFK – dos actos en dos semanas – tenía que ver con dejar eso en claro.

Feminismos, Miami y superávit trucho

«Yo no soy feminista. Cada uno se reconoce en lo que es, con sus virtudes y defectos. Y yo no soy militante feminista, pero las respeto mucho», comenzó CFK, entre las risas de varias feministas presentes que le gritaban, desde el fondo, «Sos igual». La exPresidenta buscaba negar así que hubiera existido algún tipo de «sesgo ideológico» entre las mujeres que habían ocupado las paredes del exSalón de las Mujeres de Casa Rosada -como deslizó Karina Milei cuando lo rebautizó «Salón de los Próceres»- e insistir en algo que, paradójicamente, vienen sosteniendo hace tiempo muchas feministas: «La Libertad Avanza tiene un problema con las mujeres». CFK se refería a las propuestas de Lilia Lemoine para que los hombres pudieran renunciar a la paternidad o del senador Francisco Paoltroni – el mismo que comparó a Milei con un «príncipe que les hizo el amor y los despertó a todos» – sobre eliminar el concepto de «femicidio». «Son medievales», se quejó la exPresidenta.

Solo sería el primer dardo. El próximo sería el que ya le había lanzado en su última aparición pública: la «truchada» del superávit financiero. Sosteniendo la última resolución de la Secretaría de Energía que planteaba cómo pagar la deuda de Cammesa, CFK apuntó contra el «gran reperfilador» Luis Caputo y cuestionó: «Con un bono de deuda en dólares para la deuda de diciembre y de enero, y para febrero y marzo, un plan de pagos en 48 cuotas con tasa de interés del BNA que pagaran las distribuidoras. Como en la época de Macri, vuelven a convertir deuda en pesos a dólares. O sea que el superávit era trucho».

«Creo que el Presidente debería abandonar esa costumbre de andar hablando tonterías por el mundo, acerca de un comunismo que no existe. Presidente, el Muro de Berlín se cayó en 1989, ¿de qué comunismo me habla?», lo chicaneó, luego, CFK, quien confesó que, el día de la asunción de Milei, ella le había dicho que «cuando se siente en el sillón de Rivadavia, se le va a caer unos cuantos prejuicios». CFK busca, hace un tiempo, dejar en claro que los «dogmáticos» no son ellos, los kirchneristas, sino el mismo oficialismo que, por ejemplo, prioriza su alineamiento ideológico con Estados Unidos a costa de perjudicar su relación comercial con China. Para diferenciarse, CFK destaca, en público y privado, que al momento de recuperar YPF la primera empresa que se convocó fue Chevron.

«Con Néstor no nos íbamos a La Habana, ni a Beijing, ni a Moscú. Éramos más de ir a Nueva York, Miami, Disney World. Argentinos normales, de clase media, siempre lo dijimos, gente común y como todos», profundizó, provocadora, y remató: «Venció el capitalismo, a hacerse cargo los capitalistas y a generarle buenas condiciones de vida a todos los habitantes de la sociedad».

Estatuto legal del coloniaje versión siglo XXI

Quienes conocen a CFK saben que ella está siguiendo muy de cerca las negociaciones por el paquete fiscal y la Ley Bases en el Senado. Y uno de los puntos que más le preocupa es el RIGI, ese régimen con beneficios exorbitantes -como libre disponibilidad de divisas y exenciones impositivas- por 30 años para las empresas extranjeras que inviertan más de 200 millones de dólares. A ese capítulo, CFK lo denominó el «Estatuto legal del coloniaje versión siglo XXI».

«El nuevo estatuto, de economía extractivista, sin valor agregado, sin eslabonamiento industrial, sin generación de tecnología, sin investigación y desarrollo», criticó a la vez que advertía, en paralelo, que aquel «modelo neocolonial» no haría nada para evitar la desocupación. Y recordó cómo el año pasado se habían cumplido los 30 años del último marco de inversión minera (también con una propuesta de estabilidad fiscal por 30 años): «¿Cómo estamos? ¿Cuánto valor agregado? Cuántos buenos sueldos? No, no alcanza para los 47 millones de argentinos».

Ya sobre el final, entre algunas ironías cariñosas con Oscar Parrilli, único invitado varón presente – ya que había sido el de la idea de organizar el acto, además del presidente del Instituto Patria -, CFK intentó enviar un mensaje de esperanza. «La Argentina ya ha salido de situaciones más difíciles. ¿Cómo vamos a flaquear frente a la imagen de Josefina y Estela?», preguntó, mirando a las Abuelas de Plaza de Mayo que tenía enfrente.

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